Este sábado queremos contaros algo bonito. Desde que comenzamos esta aventura, hemos recibido mails de todo tipo, pidiendo ayuda, consejos, ideas… Y una cosa muy importante, hemos conocido a gente en este mundo virtual, a la que poco a poco hemos ido cogiendo cariño. Y eso, queridas amigas, es bonito.
Una de nuestras primeras entradas, hablaba de ramos de novia y alguien a quien hoy apreciamos, gran seguidora de nuestro blog, nos escribió contándonos la historia de su ramo. La mantendremos en el anonimato, por petición expresa, y porque nos gusta el aire romántico y soñador que proporciona ese secreto.
Como no queremos dejarnos ni una sola palabra de la descripción de nuestra Mafalda de hoy, os dejamos con su relato… que es, desde luego, precioso
«Mucho antes de pensar en casarme, yo ya tenía decidido cómo quería que fuera mi ramo de novia. Lo supe cuando vi un reportaje en la revista Telva en el que la novia llevaba un precioso ramo de rosas rosas avejentadas, combinadas con brezo. Ella misma decía que el ramo había tenido tanto éxito que había desaparecido antes de que pudiera regalarlo. Me parecía perfecto, sencillo, sin artificios, de un tamaño ideal…Me guardé la foto para que llegado el momento, pudiera encontrar unas flores lo más parecidas posibles.



 
Cuando ya estaba preparando mi boda, uno meses antes, vi otro reportaje en Vogue novias en el que ella llevaba un ramo prácticamente idéntico, pero sin brezo: simplemente rosas rosas avejentadas unidas por un lazo de rafia . Sufrí el primer flechazo que la primera vez y ya supe que ese tenía que ser mi ramo SI o SI. Al igual que en el primer caso, era de la Floristería Alfabia, de Madrid.




 
Yo no vivo en Madrid, así que llegado el momento de encargar el ramo, me recorrí varias floristerías de mi ciudad buscando unas flores que tuvieran ese mismo efecto vintage, pero no tuve suerte. En ningún sitio las tenian iguales; rosas rosa sí, pero de un rosa muy subido o muy tenue. Ninguna era la que yo buscaba.
 
Ya había renunciado a tener mi ramo ideal cuando un día mi padre me dio una sorpresa; tenía que compañarlo a Madrid por un asunto de trabajo y sin yo saberlo, me llevó a Alfabia para que pudiera ver las flores en directo. Eran preciosas. Ellos no podían enviarme el ramo por mensajero, pero los padres de mi cuñada, que son de Madrid, podrían recogerlo el día anterior y traérmelo sin problemas. La dueña fue muy amable  me garantizó que el ramo no sufriría ningún daño…En directo era todavía más bonito.
 
Y así, llegado el día, yo tuve mi ramo perfecto, con el que siempre había soñado. Las flores son tan perfectas que mucha gente me preguntó si eran de verdad. ¡Hubo quien pensó que era de porcelana!
 
Pasada la boda, lo sequé y ahora está en un jarrón en mi dormitorio, como recuerdo de aquél día tan feliz para mí.»


¿qué os ha parecido la historia? con semejante mimo y cuidado de cada detalle, seguro que os quedáis con la miel en los labios por conocer el resto de la boda… creednos, nosotras también!! quizá algún día se anime y decida enseñarnos un poquito más de su gran día.
y a vosotras deciros, que nos encantará conocer vuestra historia, anécdota o momento único que no podéis olvidar… porque en el fondo, y en el no fondo, somos unas auténticas románticas