Hay profesiones que, por el motivo que sea, tienen épocas en las que están de moda. Se ve desde hace tiempo cuando en el periódico nos hablan de las carreras que tienen más o menos salidas.

La nuestra es, sin duda, es una de ellas pero, si le dices a tu madre que quieres ser wedding planner normalmente, no estará muy de acuerdo «a priori» (y sí, ya sabemos que cada uno tiene que buscar su sitio en la vida y ser independiente y tener personalidad, pero somos algo tradicionales, lo que piensen nuestros padres nos parece importante por su experiencia de vida y por mil motivos más) A tu madre,  lo primero que se le pasará por la cabeza es decirte » ¡Pero niña! Tú estás loca, matricúlate en derecho y luego hablamos».

La gente a la que le contamos a que nos dedicamos piensa que ser wedding planner mola mucho. Y la verdad es que sí, mola muchísimo pero dedicarte a esto profesionalmente, como ocurre en las oficinas centrales de cualquier empresa, tiene sus cosas. Por ello es importante tener claro el hecho de que al final es un trabajo como otro cualquiera.

Ser wedding planner no es únicamente poner una candy bar o unas bolsitas de arroz en una boda, de hecho eso poco o nada tiene que ver con ser wedding planner. Una wedding planner es esa persona que coge desde la base el proyecto personal de una pareja en el que van a invertir tiempo, dinero y sentimientos y lo hace realidad. Vale, sigue sonando bonito, y sigue siéndolo, pero como todo, conlleva muchas horas de investigación, de búsqueda de proveedores, de negociación, de aprendizaje, de pensar, de inventar, de no copiar, de reutilizar, de cambiar el chip en cuestión de horas porque tienes dos reuniones con dos parejas de novios cuyas bodas, como además debe ser, no tienen nada que ver.

Ser wedding planner es hacer un proyecto de electricidad para que el catering tenga los puntos de luz que necesita, es proyectar una carpa que te permita meter dentro la fuente del jardín, la piscina, tapiada obviamente y todos los arboles (por muy altos que sean), es alojar a 300 invitados (la mitad extranjeros) en un pueblo donde el hotel más grande tiene 10 habitaciones y organizar, además, una pre boda y una post boda. Es viajar de punta a punta de España normalmente con la casa, o más bien el almacén, a cuestas… y un sin fin de cosas más que vas aprendiendo con el tiempo, con los errores y con la experiencia. Sin olvidarse de que tu temporada fuerte de trabajo coincide con la de las vacaciones de casi todo el mundo, cuando tus amigos están mandando fotos desde la playa o tu marido/novio está disfrutando en la boda de uno de tus mejores amigos que una vez más, te pierdes, porque tienes que trabajar. ¿Esto es malo? En absoluto, pero si alguien nos pregunta qué es ser wedding planner, es también todo esto y eso os queremos contar.

No es fácil, ¡pero es tan, tan, bonito! y tan tan satisfactorio, que siempre merece la pena. Suponemos que como para el que trabaja en banca hasta las mil de la noche cada día, o el que tiene delante una media de 3 o 4 pantallas con números de todos los colores subiendo y bajando durante horas, cada día. Seamos honestos, hoy en día, si no encontráramos en lo que hacemos ese punto de satisfacción, tardaríamos lo necesario en movernos para encontrar otra opción, hasta llegar a la correcta, a la que se adapta a nosotros con lo bueno y con lo malo.

Somos las primeras que en el momento en el que decidimos dedicarnos a esto, en lo que pensábamos era en organizar un evento con gente feliz porque esta celebrando algo muy feliz, y por tanto, trabajas ayudando a hacer realidad días importantes y bonitos. Pero al igual que las novias cuando pasa su boda se dan cuenta de que han estado meses y meses preparando todo y luego pasa volando, nuestro verdadero trabajo comienza en octubre cuando aparcamos la furgoneta y empezamos con el trabajo de ordenador a teclear, buscar, organizar, pensar e idear.

Nos preguntan a veces, un trabajo tan bonito, ¿tiene algo malo? Mas que malo o bueno en sí, tiene cosas menos bonitas a la vista.

Cuando empiezas tienes aceptar proyectos que a lo mejor no van tanto con tu estilo y aunque sepas que van a quedar perfectos, no los disfrutas tanto. Cuando empiezas también tienes que hacer una gran inversión en material porque todavía no tienes nada. Al principio los proveedores no confían en ti y no te ponen las cosas fáciles. Pero esto no es solo en nuestra profesión, los comienzos son difíciles, ¡siempre!

Además, es una profesión muy pero que muy expuesta para lo bueno y para lo malo, y eso hace que tengas que tener mucho cuidado en cada paso que das, con cada foto que enseñas o con cada proveedor en el que confías y ofreces a tus novias.

Este es un poco el reto al que una wedding planner se enfrenta cada día. Tiene que hacer bodas diferentes para novias diferentes. Bodas especiales para novias especiales. Decir que tienes la fecha ocupada sabiendo que te pierdes un bodón, trabajar como si no hubiera mañana en un eterno verano que hace tiempo, dejo de componerse de helados y arena en los pies. Malcomer a diario y pasar horas y horas en la carretera rezando para que todo salga como estaba previsto. Esperar que así sea, y que a ellos les guste.

Pero al lado del reto que supone esta la satisfacción que a nosotras al menos nos produce idear, pensar, inventar, que las novias flipen con alguna idea, que les encajen los presupuestos de algunos proveedores que consideramos, van a dar el toque que los novios quieren y esperan. La satisfacción del desafío a las nubes negras que llevan días merodeando cuando sale un rayito de sol que aguanta todo el día, la de ver a novias que se reconcilian con sus padres, la de tomarte una copa con ellos para hablar de cosas de la boda, la de hacernos los uniformes, la de crear listas de música en tantas horas de carretera, la de ponernos fuertes de cargar y cargar, la de tomarnos la primera copa con ellos al ritmo de la canción de moda de cada año, la del abrazo, la de la cara del novio al entrar en la iglesia, la de los nervios que se descomponen en ella cuando llega su momento, la de los solteros divertidos, la de las invitadas elegantes, la de las madres agradecidas, la de los proveedores con los que formas equipo, las de los dias en los que ¡premio! te dan de comer y además, está mas que rico, la del fotógrafo que te hace un fotón mientras estas en medio de la vorágine de organizar mesas o ayudar a alguien a encontrar una silla. La que hace que tu trabajo sea satisfactorio, y merezca, muy mucho, la pena.

Y ahora llega la pregunta del millón que, al menos a nosotras, nos hacen todas las chicas que quieren dedicarse a esto ¿qué tengo que estudiar para ser wedding planner? ¿hay formación para ser wedding planner? Pues sí que la hay y cada vez más completa el master de la revista Elle por ejemplo está avalado por la Complutense de Madrid. Pero ¿es realmente necesario? Pues no, necesario para ejercer como wedding planner en España no lo es. Ninguna de nosotras tiene ningún master en nada relacionado con bodas, somos periodista y abogada, pero antes de dedicarnos a estos estuvimos trabajando en grandes empresas donde se te abre la mente, tienes que resolver muchos problemas, relacionarte con todo tipo de gente… lo que necesitas para ser wedding planner es ser una persona resuelta, avispada, rápida, con imaginación, con mucho gusto y muy organizada.

Cuando hemos tenido que contratar apoyo, no nos hemos fijado nunca en su formación, nos hemos dejado llevar por la entrevista personal y su experiencia laboral, en cualquier campo. En una entrevista es donde realmente ves como es la persona y si realmente va a ser eficaz para trabajar en una empresa tan «personal» como Petite Mafalda.

Cierto es, que habría sido genial contar con algún conocimiento básico antes de lanzarnos a ello, cosas como timmings, como tratar con proveedores nuevos, donde encontrarlos, como ganarte la confianza de las novias, como demostrar que estas a la altura de sus necesidades, hacer presupuestos, como cobrar por tu trabajo… Son cosas que nosotras hemos ido aprendiendo poco a poco, pero como en todo, hay formaciones que si las tienes, te ahorran tiempo y quebraderos de cabeza.

Así que desgraciadamente no tenemos la fórmula mágica para empezar. Ganas e ilusión como para todo, tiempo y ahorros porque al principio el dinero tardará en llegar y muchísimas horas de movimiento para intentar llegar a la gente. ¿El mayor peligro? No saber como va a funcionar la siguiente temporada. No solo tienes pagar autónomos y pagarte a ti, que al final eres un trabajador de tu propia empresa, sino que ademas tienes que pelear para que la empresa obtenga beneficios, que como sabréis, esto es después de pagar gastos en lo que se incluye tu sueldo. En una empresa con una estacionalidad tan marcada y una incertidumbre respecto a la siguiente temporada tan grande, ir construyendo un colchón es básico y necesario para tu estabilidad mental. Palabrita.

Ah! que se nos olvidaba… Otra pregunta que nos hacen mucho, sobre todo cuando damos clase en el master de Elle, es cómo cobrar. Si cuando lanzas un producto al mercado donde los costes son fijos y el tiempo invertido en la producción y promoción del mismo es mas o menos fácil de cuantificar, cuesta ponerle valor, en un trabajo que se basa en el sector servicios es más complicado aún.

Pero desde nuestra experiencia y realidad diaria, el mejor consejo que podemos dar es que valores mucho tu tiempo, porque créenos, será muchísimo el que invertirás. Primero por ser tu empresa, segundo porque el tiempo de búsqueda de ideas, información y novedades es ilimitado, tercero porque con los novios, a veces, muchas, tendrás que quedar a horas intempestivas porque ellos tienen un horario de trabajo mas normal, y tercero, porque ser autónomo es un gasto impresionante al que tienes que hacer frente.

Somos de las que creen que no todo vale, y que si tu no valoras tu trabajo nadie lo hará. ¿Qué al principio será más difícil conseguir novios porque tienes menos que enseñar? Totalmente de acuerdo, pero nosotras también estuvimos en ese punto y jamás valoramos nuestro trabajo por debajo de lo que considerábamos, valía. Es la manera de que los momentos más difíciles, se vean grata y justamente compensados.

Si por el contrario tu idea es trabajar para otras empresas ten en cuenta varias cosas:

  1. Probablemente el trabajo más bonito no lo harás tú, sobre todo al principio y esto es normal, solamente tienes que contar con ello.
  2. Será genial que tengas idiomas. Cada vez son más las bodas en la que una o incluso las dos partes no son españolas. Un buen inglés será un punto muy muy a tu favor.
  3. Experiencia en algo que tenga que ver con las relaciones personales. Trabajo de cara al publico, organización de eventos, marketing, trabajos creativos o con horarios flexibles.
  4. Trabajas para otros. Esto pasa en la mayoría de las empresas pero es una profesión motivada en parte por la satisfacción que parece que provoca, y nosotras confirmamos, y en parte por las ganas de tener algo propio por lo que los momentos estresantes pueden pasarte factura de un manera un poquito más fuerte que si la empresa fuera tuya.

Con toda esta parrafada porque es una autentica parrafada, lo que queremos es un poco transmitir nuestra postura igual que la gente hace desde sus puestos de trabajo, y animar a quien quiera realmente dedicarse a esto a que saque lo mejor de su creatividad, lo mejor de sus conocimientos en idiomas, lo mejor de sus capacidades de socializar con la gente y coja al toro por los cuernos sabiendo que como en muchos trabajos, detrás de este hay también muchas horas de ordenador.

Dicho todo esto, no nos queda más remedio que poneros el video que con tanto cariño preparamos hace un año y que cuando nos preguntamos ¿por qué? Nos lo ponemos y ¡lo entendemos todo!