Ayer decíamos en instagram que estábamos con resaca emocional de la boda del sábado. Cuando hace 6 meses decidimos que ya era hora de dejar todo para dedicarnos a esto por completo, teníamos una ilusión incalculable, pero igual de grande era el miedo a lo que iba a pasar, para que engañarnos.
Miedo porque al final estas trabajando con las ilusiones de las personas, con su día soñado, con el que será, probablemente, uno de los 5 momentos más importantes a lo largo de su vida. Eso impresiona.
Justamente ese miedo fue el que nos llevo a decidir que esto había que hacerlo bien, que para dedicar a una novia el tiempo que necesita no se puede tener otro trabajo a tiempo completo, que a las bodas se va los viernes y a veces incluso los jueves. Que una novia necesita que le acompañes a ver su vestido, a la prueba de maquillaje  o a elegir los manteles y eso tiene que ser cuando a ella le venga bien.
Organizar bodas es el trabajo más agotador y gratificante con el que nos hemos encontrado en toda nuestra vida. No hay momentos malos, aunque si agobiantes pero sobre todo hay piel de gallina cuando ellas llegan a la iglesia. Porque nuestra Mafalda se ha convertido casi siempre en una amiga, y nos miramos con complicidad. Nos gusta guiñarle el ojo para transmitirle que todo esta en orden, que su boda va a ser perfecta. Como ella quería.
En cada boda aprendemos algo nuevo, conocemos a gente nueva, normalmente nos sale una novia nueva (esto nos parece una pasada) y nos llevamos amigos nuevos. El metre del catering, el que cuida la finca, la que pone los centros de mesa, el vivero en el que compramos cientos de flores…. 
Hoy nos ponemos a trabajar duro en las que vienen porque si algo queremos e intentamos es que todas las bodas salgan perfectas, al final ese es nuestro objetivo y por lo que estamos aquí, por ese mensaje de la novia al día siguiente que nos pone los pelos de punta. Gracias a todas por acompañarnos en esta aventura.
Que todas las resacas sean como esta…