Ser dama de honor va mucho más allá de ponerse un determinado vestido. Ser dama de honor tiene un montón de responsabilidades desde que una sabe que tiene ese papel tan importante en la boda de su amiga.
A nosotras nos encantan porque nos suelen ayudar en las bodas, hablamos con ella los meses anteriores, le ayudamos a preparar alguna que otra sorpresa y el día de la boda lucha porque todo salga bien como una más de Petite Mafalda.
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Si estás pensando en tener a una, asegúrate de que es constante y comprometida, porque si te ciñes a la tradición ella será quien te acompañe a todo (además de tu madre), te ayude a solucionar problemas, te apoye cuando el estrés sobrepase límites y viva el día de la boda con la misma tensión que lo haces tu.
A nosotras muchas veces nos dicen que parecemos damas de honor, y es que bien o mal desde el día en el que conectamos con cada una de nuestras novias nos sentimos un poquito parte de su vida, y ellas se convierten, en la mayoría de los casos, en verdaderas amigas a las que apoyar, hasta el punto de que verlas vestidas de novia nos pone los pelos de punta y nos emociona un poquito.
Si estas pensando en contar con alguien de esta manera, no dudes en comunicárselo de forma especial. No hace falta demasiado ni comerse en exceso la cabeza, simplemente demuéstrale que es lo suficientemente importante como para tener ese papel secundario pero muy muy protagonista.
¡A por la semana Mafaldas!
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