Más vale que saboreemos con ganas y fuerza todo lo bueno que nos viene, porque aunque algunos no lo creen, es maravilloso a posteriori, vivir este recuerdo.

Casarme es una de las cosas que planeé cuando aun jugaba con muñecas, y aunque muchas otras cosas que planeé no llegaron a buen puerto esta cumplió, con creces, mis expectativas. Lo que sí cambio y mucho, gracias a dios, fue mi concepto de príncipe azul, lo que de verdad importa en una boda y lo que significa a posteriori.

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Cuando te dedicas a organizar bodas y llega la tuya, te sientes por un ratito, como en una película de sábado por la tarde, luchando entre ser la novia que siempre has querido ser y responder, en la medida de lo posible, a ciertas expectativas (lógicas que se esperan de ese día) y ahora que todo ha pasado, siento que daba igual las vueltas que diera a las flores o a los manteles, lo importante estaba tan asentado que solo podía salir de una forma: muy, pero que muy bien.

Yo no pienso que todas las bodas sean iguales, como invitada y como profesional tengo cientos de experiencias de esas que te encojen el corazón. Personas que faltando están muy presentes, novias relajadas, novios con miradas que jamas olvidare, padres emocionados, detalles especiales, menús exquisitos, fiestas sin fin… Creo que lo que hace una boda de una u otra forma, son los novios. Sus ganas, lo que se quieren y lo que quieren a los que allí están y la energía que entre todos los invitados se crea en un día como ese.

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Durante meses disfrutas de los mensajes de tus amigas con sus distintas opciones de modelitos, de las reuniones con tu catering para elegir el plato que más se adapta a tus gustos, del diseño de las invitaciones, que cuidas como si fuera la carta más importante que jamás has enviado. De las pruebas de tu vestido, del de tu madre y hermanas. De dar las invitaciones, de las confirmaciones de la gente, de la elección de las canciones, hasta de idear el plan B por si llueve.

LA MALETA PARA EL VIAJE MÁS IMPORTANTE

Desde el día en el que dices que sí, empiezas a preparar una maleta bien grande llena de todas esas cosas que quieres llevarte contigo en el próximo viaje. Por mucho tiempo que llevéis juntos, por muchos pisos o viajes que hayáis compartido… Empieza una etapa nueva que cambiará todo, aunque creas que nada cambia, lo que vas a empezar tiene una magia nueva, una ilusión poderosa y unas ganas indescriptibles de seguir cumpliendo con alguien ¡para toda la vida! Porque ser dos, no es, ni de lejos, igual que ser uno.

Yo dejé la maleta de este viaje casi cerrada dos dias antes de la boda. Por supuesto me llevo una mantita, porque a veces hará frío y bien grande, para que quepamos los dos, que juntos las cosas se arreglan antes y mejor. Llevo colonia de bebé, para mantener la frescura y una un poquito más fuerte, for her de narciso Rodriguez  para que nunca dejemos de disfrutar de salidas nocturnas.

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Escogí una de 4 ruedas porque hay cosas con las que es mejor no lidiar y otras a las que es bueno dar un empujoncito cuando las cuestas, o las esperas, parecen interminables.

Llevo una gran dosis de paciencia y empatía porque las cosas no siempre son las que queremos y en todos los viajes hay contratiempos y situaciones con las que uno no contaba, pero no por eso vamos a dejar de viajar.

Llevo un camisón de seda para los días sensibles, una bufanda gorda para la nostalgia que a veces se apodera de nosotros. Esa nostalgia que en ciertas situaciones nos lleva a pensar que antes estábamos mejor, porque a veces pasa y no hay que temerlo, hay que apagarlo.

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Mis gafas para cuando las lentillas resecan, del cansancio de ver tantas cosas bonitas. Meto una camisa de cuadros vichy porque nunca pasa de moda y ese jersey lleno de bolas, porque no se, ni quiero, vivir sin él y sin mis recuerdos.

En uno de los bolsillos laterales meto mi libro de cabecera. Ese que hace tiempo que no lees, pero que siempre, siempre, por si acaso, está ahí. Y el ebook para disfrutar en cada momento, de lo que necesito.

De maquillaje, para ser sinceros, llevo más bien poco. Como buena soñadora creo que esta nueva etapa va a sonrojarme como nadie y a darme luz como nadie, y si mas adelante lo necesito, siempre puedo hacerles un hueco en algún rincón de la maleta. Porque lo que quieres que entre, al final, entra.

Una bolsa grande de tela con nuestras iniciales para la ropa sucia, es importante no mezclar y de paso un buen detergente y suavizante, no hay nada como las cosas relucientes y limpias.

Me llevo la sonrisa de mi hermana María, para recordar siempre la importancia de la constancia, y la madurez de Marta, para no olvidar lo importante que es situar las cosas. De mi hermano sus ganas de hacer felices a los demás, porque yo también quiero ser así, de mi padre su ser tan cariñoso y de mi madre, el ser una super madre. La constancia, la madurez, la felicidad de los demás, la dulzura transformada en cariño y la protección a los tuyos… Sí, todo eso me lo llevo, como un gran regalo del que no me pienso despegar.

Las converse las llevo en los pies, porque con ellas he librado mis mejores y peores batallas .He reído, he llorado, he vivido… y es justo lo que quiero hacer con él. Vivir, reír, llorar y bailar.

Los vaqueros gastados y la camiseta blanca porque a veces, necesitamos sentirnos cómodos y disfrutar del simple placer de no hacer nada, o  el  esfuerzo de dejar las cosas pasar.

After sun, para cuando algo queme y jamón iberico para no olvidarme nunca  de dejar un huequito para los pequeños placeres de la vida, sobre todo para esos momentos en los que sienta, que no hay tiempo para eso ¡Ah! Y el tiempo, eso no se como llevármelo, aun no lo he descubierto pero creo, que combinando un poco de todo lo demás, haré que el que venga, merezca la pena.

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Durante un momento pensé que iba a romper la cremallera, pero llevar la maleta llena de cosas es importante. No puede faltar nada y siempre, siempre, merece la pena arriesgar. Mejor comprar otra maleta que arrepentirte de dejar algo atrás.

Y con cuidado la cierro, no sin antes esconder en los pequeños huequitos los abrazos, los besos, las lagrimas, el cariño, las fotos en papel y los bailes de todos los que el 21 de julio disfrutaron con nosotros de lo bueno que la vida te da.

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Y es que en los próximos días, semanas, meses y años seguiré llenando la maleta, sacando las cosas que ya no nos llena, metiendo retos y nuevas ilusiones. Dejando hueco para nuevos proyectos y diciendo adiós a los que salieron o has decidido que no tienen que salir adelante, pero esa, será otra historia que escribiremos juntos más adelante.

De momento, con la maleta cerrada empezamos una nueva aventura que sin lugar a dudas, nos dejara llenos de marcas con las que disfrutaremos, y con las que aprenderemos a lidiar. Porque casarse es eso, empezar un nuevo viaje en el que tus alegrías se multiplican y tus problemas se dividen, y ante eso, cualquiera vuela para cerrar su maleta, tenga el tamaño que tenga, y pese lo que tenga que pesar.