Seguimos con nuestro ciclo de entrevistas para Narciso Rodríguez y lo hacemos con una artista a la que le tenemos muchísimo cariño. A Jimena la conocimos trabajando en Las Margas y esa boda que nosotras organizamos y ella fotografío, fue la primera boda que nos publicaron en una revista, así que para nosotras, Jimena siempre será muy especial.

Todavía nos acordamos de la primera boda que hicimos juntas hace más de 5 años en Las Margas, fuiste todo un descubrimiento para nosotras como fotógrafa y como persona, ¿ha cambiado mucho tu fotografía desde entonces? 

Como en cualquier disciplina creativa, los fotógrafos siempre estamos en continua evolución… Si veo mis trabajos de los últimos 5 años hay cosas que me siguen encantando, como es mantener un color lleno de luz y calidez y otras que han evolucionado al punto en el que me encuentro cada vez más enfocada: una fotografía elegante, romántica y con un toque de editorial (por mi vínculo con la moda). Me gusta pensar que, al igual que maduro como persona, mi fotografía también evoluciona conmigo. 

Hace un tiempo tomé la decisión de reducir bastante el número de bodas que hago cada año, y es que quería poner toda mi pasión y energía en cada proyecto. Es una apuesta que me hace feliz, cada vez me siento más conectada a mis parejas: Sé lo que quieren, me encanta escuchar sus historias de amor, conocer como son, como se divierten juntos…y al final sumarles mi visión y mi experiencia en dirección de arte. No solo quiero retratar la magia de una boda, si no que estoy enfocada en trasmitir su percepción del amor y de la vida a través de la fotografía. 

Tu familia siempre ha estado vinculada al mundo de las bodas, tu madre tiene una marca de vestidos de novia ideal, Oh que luna!, ¿fue eso quizá lo que te llevó a organizar (fotografíar) bodas? ¿cómo empezaste a trabajar en esto? 

Siempre he estado muy conectada al sector nupcial gracias a mi madre. Empecé haciendo editoriales de Oh que Luna con 18 años, editoriales que luego eran publicadas en Vogue, Telva, Hola etc… De mi madre he aprendido que las bodas son mucho más que fotos bonitas. Tratan de la historia de dos familias que se unen, y a ellos les importan muchas cosas: que su familia disfrute, que se vea bien el vestido de la novia que con tanto cariño se ha diseñado, el amor de un nervioso padre yendo del brazo hasta el altar, madres orgullosas que han dedicado mucho tiempo y amor queriendo estar perfectas… 

Con 21 años, cuando estaba acabando BBAA, me llegó mi primera boda a través de un amigo. Eso fue hace 13 años, y por aquel entonces todavía no se creía que la fotografía de bodas podía llegar a ser tan artística como lo es ahora. Yo creía que mi camino iba a ser la moda y dudé si aceptar el encargo. Mi madre me dijo “Ve y prueba, porque quizás te encante. Nunca lo sabrás si no vas”. Y menos mal que le hice caso! Cuando les dije a los novios que nunca había hecho una boda, me contestaron: Perfecto, eso es lo que queremos! Queremos que vengas y hagas lo que quieras. Me sentí tan libre y conectada con los novios, que ese fue el inicio de una larga y feliz relación con el mundo de la fotografía de boda. 

De todas las bodas que has fotografiado, podrías decirnos ¿cuál ha sido para ti la más especial? ¿por qué? 

Se dice que todas las bodas son especiales, y para mi lo son principalmente por dos motivos: porque de todas sigo aprendiendo y porque sigo sintiendo que es una suerte increíble poder seguir conociendo parejas que me abren su corazón…Soy una romántica empedernida! 

Hay una boda, en 2011, que para mi tuvo un significado especial. En aquel momento llevaba dos años haciendo bodas cuando decidí tomarme un año sabático e irme a vivir a Nueva Zelanda. Tenía el vuelo de vuelta en Septiembre. Un día recibí la llamada de una novia “Me caso a finales de Junio y tienes que estar en mi boda. Disfruta Nueva Zelanda, pero prométeme que vas a volver un poco antes y que harás las fotos de mi boda”. Fue tan convincente que no tuve otra opción. Y ese 24 de Junio, mientras retrataba la boda de Marta y Jose, me di cuenta de lo feliz que era fotografiando bodas … Fue el empujoncito que necesitaba para convertirlo en mi profesión. 

Y si tuvieses que elegir una sola foto, ¿cuál sería? 

Elegiría esta. Noeme, una bella novia que retraté en Brasil en 2017. Viendo esa foto me di cuenta de que quería dedicarme al retrato, a sacar esa mirada fuerte y sincera de la gente.
Un par de años más tarde surgía Chimena, mi proyecto alternativo, junto con la serie “Of Humans” basada en retratar celebrities y personas influyentes, danto a conocer esa otra cara que no conocemos: como son de verdad, fuera de lo que normalmente proyectan ante las cámaras.

¿Qué significan para ti las fotos de los preparativos? ¿le dedicas mucho tiempo? 

Si, creo que los preparativos son vitales por muchos motivos, pero quizás el más importante sea acompañar a la familia en el comienzo de su día. Estar a su lado si se ponen nerviosos, si se emocionan por lo que viene, si necesitan consejo o ayuda (cuando todo el mundo está a otras tareas). Es tiempo de mimar a la novia y a su familia, hacer que se sientan a gusto contigo. 

Me gusta ir con mucho tiempo, al menos con dos horas de margen. 

¿Suelen darle las novias mucha importancia al perfume del día de su boda? A lo largo de tu carrera ¿has fotografiado muchas veces el frasco de Narciso? 

¡Claro! Las novias destinan mucho amor a los pequeños detalles del día de su boda. Un perfume es un viaje y para ellas. Narciso es una mano tendida a sus recuerdos más íntimos. Hace unos años una novia me dijo, mientras se vestía, que para ella Narciso era ese viaje que le transportaba a las noches de invierno en las que conoció al que, ese día, se convertiría en su marido… 

Es un perfume muy especial para mí porque es el que usa mi madre, mi gran referente en la vida. De ahí que haya querido hacer una foto más conceptual, porque para mí un perfume es emoción y Narciso, además, es amor, fuerza y feminidad. 

Narciso es una mano tendida a sus recuerdos más íntimos. Hace unos años una novia me dijo, mientras se vestía, que para ella Narciso era ese viaje que le transportaba a las noches de invierno en las que conoció al que, ese día, se convertiría en su marido… 

Jimena San Miguel

De toda la boda ¿cuál es el momento que más te gusta fotografiar? 

Me encanta que las madres me dejen retratarlas y conseguir una foto de los padres juntos. Con los años he visto la importancia que tienen a la larga esos retratos para los novios. Me gusta tomarme un momento, llevarme a los padres cinco minutos fuera del coctel, dedicarles el tiempo que se merecen y retratarles juntos en un día tan importante. 

También me encanta retratar el descanso de la pareja previo a entrar en el salón. Ya son marido y mujer, ya han superado los nervios y ya han saludado a la mayoría de los invitados. Esos cinco minutos son magia. Relajados, honestos, cogiendo aire para la gran fiesta que les espera. Siempre se produce la magia en el momento que son conscientes de la perfecta imperfección que es el amor. 

Tu fotografía es muy espontánea y natural, no vemos posados, ¿es más difícil o más fácil para el fotógrafo conseguir fotos bonitas posando o sin posar? 

Creo que muchas personas que ven la fotografía desde fuera creen que “el momento posado” es una foto forzada súper tiesa con muchas connotaciones negativas. Para mi, el posar o no posar conviven en una línea muy delgada. Lo importante es llevarlo con naturalidad y que la pareja no se sienta forzada. Durante los meses previos he hablado mucho con ellos, así que ese día tengo una idea estética de cómo quiero hacer las fotos y, sobre la marcha, ideo acciones para que la pareja esté distraída. Es en ese momento donde consigo llevar a cabo la idea que tenía en mente e incluso, muchas veces, sorprenderme y capturar la espontaneidad del momento. 

¿Qué dirías que diferencia tu trabajo del de otros fotógrafos? 

Hay dos cosas que para mi van de la mano y que siempre tengo presentes, y es cómo quieres recordar el día de tu boda a corto y a largo plazo. 

Hay una cosa que es innegable y es que quieres que sean fotos que muestren lo mejor de ti. Retratos maravillosos, que esos momentos de la boda que siempre has imaginado, como el primer baile, la salida de la iglesia, llegar al altar de la mano de tu padre, etc se vean tal y como te los imaginabas…increíbles. Y quieres ver a tu pareja y a ti guapísim@s! 

Sin embargo, con los años, cuando nos vamos haciendo mayores, o nuestros hijos o nietos ven nuestras fotos, nos enfocamos y disfrutamos de otro tipo de fotografías. Ya no buscamos solo la fotografía perfecta, nos mueve aquella foto imperfecta que nos recuerda cómo éramos de manera natural. Esa imperfección que supuestamente nadie ve: El velo pillado en la puerta del coche, un puño que chocaste con tu mejor amigo cuando salías por el pasillo de la iglesia con tu mujer, la forma de bailar de tu tío, la risa con esa broma que siempre os hacéis en la intimidad… Esas pequeñas cosas que te conectan con tu esencia, con los tuyos y con tu historia de amor, más allá de estar perfecto. 

Me interesa mucho saber cómo ha sido la experiencia Volvoreta para las parejas que han confiado en nosotros así que, durante el confinamiento, les pedí si podían escribir una valoración a cerca de mi trabajo. Hay una cosa que se repetía, y es que sienten que me importan, que me tomo el tiempo para querer conocerlas. Aporto ideas creativas para poder hacer fotos que reflejen cómo son y lo que quieren el día de la boda. Mi prioridad es hacerles felices. Si veo que el novio está nervioso, le organizo una mañana en la playa con sus amigos antes de vestirse. Y sé que se va a poner nervioso porque ya le conozco. El día de la boda suelo ser cercana no solo con los novios, sino con la familia y los invitados. Y de eso se acuerdan después de la boda. 

Otra cosa en la que invierto mucho trabajo es en la postproducción. Dedico muchos días a mirar cada foto y retoco una por una hasta que las veo perfectas. Cada entrega la hago a mano y siempre incluyo una sorpresa que sorprenda a la pareja. 

Me dicen que el estilo de mi fotografía es muy característico y reconocible. pero creo que lo hace especial es todo el tiempo que envuelve la boda en sí. Como en un rodaje de cine, acaba formándose un vínculo muy fuerte con los novios, la familia y el resto de proveedores. 

¿Te ves en un futuro próximo fotografiando bodas o tienes otros planes? 

Me encanta que siga habiendo bodas en mi futuro, y espero que siga siendo así. En cuanto a otros planes, tengo varios en los que estoy disfrutando mucho el proceso, como seguir desarrollando mi marca de retratos y los proyectos como directora de arte. Me interesa mucho seguir perfeccionando mi inglés para continuar proyectos que estoy desarrollando en el extranjero. 

Ahora que ya estamos en “la nueva normalidad” ¿crees que las bodas volverán a ser como siempre o nos tendremos que reinventar? 

Lo que hemos vivido ha sido algo muy duro y único en la historia que ha dejado cicatrices. Creo que habrá que esperar al año que viene para que la gente esté sin miedo, y haya dejado este capítulo como algo más de la vida. Pero sí, creo que las bodas volverán, y con más ilusión que nunca, a ser lo que eran e incluso mejor. 

Tu interpretación del frasco de Narciso nos ha fascinado

¡Cuánto me alegro! Ha sido una gran experiencia y me siento súper agradecida de haber formado parte de vuestro proyecto. 

Mi objetivo ha sido mostrar aquello que Narciso nos evoca…una imagen, una situación, una mujer, un beso… y quería, además, hacerlo desde una doble óptica: Qué es Narciso para una mujer y ese sutil poder de evocación que despiertas en los demás cuando te perfumas. Narciso como parte de tu historia, como parte de lo que eres, de tu corazón, pero también Narciso como el sentimiento que despiertas, en este caso a un chico, y que en la fotografía aparece representada como la sombra, invocando de nuevo la magia de un instante ya vivido…

Y por ultimo, una reflexión, ¿qué conclusión sacarías de tu confinamiento y todo lo que estamos viviendo? 

La conclusión que saco es que la vida pasa más rápido de lo que creemos y que gastamos mucho tiempo, quizás demasiado, preocupados por cosas que no importan, y dedicando menos tiempo de lo que nos gustaría a las cosas que realmente apreciamos: Nuestra familia, pasar tiempo con nosotros mismos, disfrutar de nuestro hogar, valorar el tiempo en pareja, observar.
En mi caso, ha tenido que venir una pandemia a recordarme que la vida no se disfruta a 200 x hora. Relajar el ritmo y disfrutar el viaje es lo que me llevo de esta terrible situación que tanto daño a causado a tanta gente y que, a su vez, nos ha dado lecciones de vida fundamentales.